jueves, 3 de noviembre de 2016

¿Una nueva especie humana extinta… sin fósil? Nuevos aportes de la Paleogenómica.






En marzo de 2010 un equipo de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva secuenció ADN mitocondrial extraído de un fragmento de hueso proveniente de una falange encontrada en las cuevas de Denisova, Siberia. Con este descubrimiento la Paleontología daba un salto sin precedentes, pues era la primera vez que se descubría una nueva especie del género Homo con tan pocos restos fósiles: utilizando la información genética de la falange se ratificó que se trataba de una especie diferente a las conocidas hasta entonces, compartiendo con los neandertales un ancestro común de hace unos 650 000 años y con los humanos modernos otro de hace 800 000 años.

Desde 2010 hasta el día de hoy, la Paleogenómica ha aportado una cantidad increíble de resultados que suelen destacar los medios de comunicación, pues proporciona un tipo de información prácticamente imposible de acceder desde los campos de estudio más tradicionales. Ejemplo de esto puede ser la identificación de genes neandertales implicados en el sistema sanguíneo (ABO), en el lenguaje (FOXP2) o en la detección del gusto amargo (TAS2R38). Inclusive, estudios sobre la distribución diferencial de haplotipos por sexos de los neandertales del Sidrón han demostrado que los individuos masculinos adultos presentan todos un mismo haplotipo, mientras que las mujeres presentan tres haplotipos diferentes. Este descubrimiento se ha interpretado como un modelo reproductivo patriarcal local, donde los hombres permanecen en el territorio parental, mientras que serían las mujeres las que cambiarían de residencia.

Y así se han ido sucediendo trabajos muy relevantes para la Prehistoria y la Evolución Humana, hasta que en el pasado mes de octubre se publica un trabajo que marcará otro hito en la trayectoria de esta nueva disciplina y con el que se abren nuevas preguntas. Científicos de la Universidad de Texas (EEUU) estudiaron los porcentajes de ADN de especies extintas que los melanesios modernos todavía poseen. Además de poblaciones nativas de las tierras altas de Papúa Nueva Guinea, también examinaron el ADN de 83 aborígenes australianos. Sorprendentemente, encontraron no solamente ADN de neandertales y denisovanos en estas poblaciones vivas, sino que un porcentaje de su material genético era desconocido. Una hipótesis que se deriva de este hallazgo es que “un tercer grupo de homínidos pudo haber coexistido con los antepasados de los melanesios” (Hesman Say, 2016). No obstante, algunos investigadores recuerdan que a día de hoy aún se sabe muy poco sobre la composición genética de grupos extintos, por lo que todavía es pronto para determinar si el ADN del homínido desaparecido realmente proviene de una nueva especie no descubierta.

De lo que no cabe duda, es que se ha abierto un gran interrogante que generará nuevos estudios en este campo. La Evolución Humana en Asia es todavía muy desconocida y este tipo de estudios mejorarán la comprensión sobre la distribución geográfica de los procesos de flujo genético que tuvieron lugar entre las diferentes especies de homínidos, haciendo cada vez más interesante el puzle de la Evolución.




 REFERENCIAS:


R. Bohlender et al. A complex history of archaic admixture in modern humans. American Society of Human Genetics, Vancouver, October 20, 2016.

A.-S. Malaspinas et al. A genomic history of Aboriginal Australia. Nature. Vol. 538, October 13, 2016, p. 207. doi:10.1038/nature18299

 Hesman Say, 2016. DNA data offer evidence of unknown extinct human relative.

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